El anciano bajaba al pueblo una vez por semana y se instalaba a la orilla del lago en un pequeño atrio de madera que las buenas gentes del pueblo habían construido para el y donde las personas que vivían en ese pueblo y en los alrededores solían acudir a pedir consejo al anciano.
El anciano con su sabiduría ayudaba y aconsejaba sobre los miedos , dudas y temores que le planteaban.
Cuando las personas intentaban subir al atrio , el perro gruñía fuertemente . Una de las personas que deseaba acercarse al anciano , le pregunto ¿por que cada vez que nos acercamos a ti tu perro gruñe? es que no quieres que estemos cerca de ti.
No dijo el anciano lo que ocurre es que vosotros construisteis este atrio y la tarima del primer escalón donde mi perro se echa , cada vez que alguien pisa el escalón, un pequeño clavo mal puesto sobresale un poco más toca su pata y el perro gruñe, le duele pobre.
Pero entonces si le duele, por que no se corre , por que no cambia de lugar.
No no es así , es que le duele como para que se queje, pero no lo suficiente para que salga de ahí.
Esta historia nos plantea una cuestión , será que a veces no duele lo suficiente para que uno cambie una situación en la vida.
Se encuentra en un estado de confort y no quiere salir.
O sera que uno tiene mucho miedo a cambiar de lugar.
Estas acomodado o estas cómodo, te duele poco y lo soportas bien, o te duele mucho y te da terror cambiar.
Todo en la vida cambia , lo que no cambia es el cambio.
Publicado por Lourdes Arrieta
Etiquetas: Desde el otro lado del Atlantico.
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